Glucagón.
El glucagón es una hormona que producen en el páncreas las células alfa. Como fármaco de prescripción, se inyecta para tratar la hipoglucemia en personas inconscientes o semiconscientes, o en personas que no pueden o no quieren ingerir alimentos o líquidos por la boca. Una vez inyectado, hace que la glucosa del hígado penetre en sangre, lo cual eleva la glucemia. Se recomienda que, para casos de emergencia, disponga de existencias de glucagón en casa, en el automóvil y en el trabajo.Hipoglucemiantes orales.
La mayoría de las personas aquejadas de diabetes de tipo 11 toman píldoras para la diabetes en alguna fase de la enfermedad. Los hipoglucemiantes orales se utilizan además del ejercicio y de un plan de alim entación sano, y no en su lugar. Algunos médicos aconsejan antidiabéticos si sus pacientes, a pesar del esfuerzo que realizan para perder peso, hacer ejercicio de forma regular y seguir un plan de alimentación saludable, no pueden conseguir mantener un control adecuado de la glucemia.También son recomendados con preferencia a la insulina a personas obesas con diabetes de tipo II, ya que los individuos con sobrepeso habitualmente precisan de grandes dosis de insulina, y ésta puede propiciar el aumento de peso incluso más que algunas hipoglucemiantes orales. Por otra parte, los hipoglucemiantes orales resultan más fáciles de tomar que la insulina, y provocan menos reacciones hipoglucémicas.
Otros médicos, como el doctor John McDougall, director médico del St. Helena Hospital, en Deer Park (California), consideran que los antidiabéticos deberían evitarse por sus efectos secundarios. El uso habitual de hipoglucemiantes orales, por ejemplo, incrementa en 2,5 veces el riesgo de muerte por trastornos cardíacos con respecto a los diabéticos que controlan su enfermedad solamente por mediación de una dieta. Asimismo, los hipoglucemiantes orales favorecen la obesidad, al provocar que un exceso de calorías se deposite en las células grasas.